Es que ayer empezó el calor en Buenos Aires (aún así dicen que seguimos en primavera), el subte inframundo y la nariz transpirada, alergia al polen y extraña alegría sin razón. Sufrir deja de ser necesario (o placentero) cuando la temperatura sube; el calor de abrazarse a uno mismo se vuelve una molestia y no queda más que abrirse.
En fin...
Fui al baño y dudé por un momento entre meterme a la ducha o volverme a recostar. Al final decidí completar las horas de sueño que me quitó el calor de la noche anterior y los zancudos zumbándome el oído, no sin antes calcular bien el tiempo que me iba a quedar dormido, pues tenía que estar en la escuela antes de las once para poder conseguir un piano para practicar. Además siempre es necesario hacer un calentamiento de dedos y oido con la guitarra y la voz antes de salir.
Me enrollé en las cobijas...
Esta vez el sueño vino de inmediato y me puso en un escenario imaginario. Recuerdo un espacio amplio, abierto, celeste. También recuerdo haber estado conversando con vos, ya no contándote lo que hice durante el día, sino viviéndolo y disfrutándolo con mi cabeza apoyada en tu vientre y la sensación que se tiene cuando te echas a la sombra de un arbol, en medio de un bosque. ¿No es curioso que haya soñado que me dormía? Poco a poco mis ojos se iban cerrando y tú me acariciabas la frente y los cabellos. No me había sentido tan tranquilo desde hace mucho tiempo.
Desperté apenas tarde y el día se fue desarrollando, mejor de lo que esperaba para ser sincero. En todos los exámenes me fue bien y me dieron nuevas tareas, lo cual significa que voy a estar ocupado. Cuando llegué a la casa tuve ganas de contartelo todo, pero me acordé del sueño que tuve y todo lo demás perdió encanto. Asi que...
1 comentario:
es demasiado hermoso saber que todo lo que hemos estado soñando en este tiempo se vaya a hacer realidad en tan poquitos días... mi niño, mi David de helado =P
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