Hoy me he pasado buscando el cuaderno verde en el que escribo. Tengo la sensación de que me lo robaron. ¿Quién estará leyendo ahora mis garrapatas?
Mi pequeño cuaderno verde quiso ser un diario, después intentó transformarse en un poemario que inevitablemente sería confundido con cancionero, pero honestamente apenas llegó a ser un conjunto desordenado de borradores. Irónicamente lo que lo llevó a eso (o lo que no lo dejó llegar a ser nada de lo otro) fue la falta de borradores a la mano. Mi cuaderno se hizo gordo con frases impulsivas, imprecisas e incongruentes y así lo quise.
Ahora me torturo imaginando a la ladrona - sosteniendo entre sus manos pesadas de lujuria la gruesa tapa verde- hurgando los secretos ocultos tras esas páginas, . Casi lloro al saber que en este instante ella estará desnudándolo, explorando con morbo su piel inocente, su piel tatuada con mi nombre en cada esquina. Con ligereza insultante dejará expuestas sus verguenzas que hasta hoy sólo yo tenía permitido ver. Si adivino bien y conozco a la ladrona, sé que se regocijará con las anécdotas y las ficciones, se afligirá con las confesiones sentimentalistas, se turbará un poco con mis fantasías perversas y se confundirá mucho con las letras de mis canciones, todas tan inconclusas.
¿Intentará encontrar un patrón dentro del caos? ¿Se guiará por las fechas queriendo abordar la cosa cronológicamente? ¿Caerá en cuenta de los cambios de tinta?
¡Ah! Si algún día mi cuaderno vuelve a mis manos, no será inmaculado.
Lo mejor será olvidar. Intentar olvidar por lo menos y que esta sea la última vez que digo su nombre, la ultima vez que pienso en que alguna vez tuve un cuaderno verde en el que escribía mis secretos, mis canciones, mis desvaríos, mis contraseñas.
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