Me encanta recibir halagos desmedidos, siempre que estén bien hechos. Son mi debilidad.
Una persona que te halaga mucho y que lo hace con convicción te está brindando, muchas veces sin saberlo, una extraña y adictiva droga.
Durante mi infancia pensé que me podía llegar a empalagar de halagos, así que cuando veía venir a algún halagador gratuito, como una vecina o una tía abuela, me escondía detrás de las piernas de mi madre y hacía una rabieta o huía corriendo del lugar para evitar que el
"qué bonito el guagua, esos ojitos bellos" me alcance. Fue mucho después que aprendí a diferenciar los niveles de pureza del halago y así supe que mi capacidad de recibir buenos halagos no tiene un límite. No existe una dosis mortal de halagos, sin embargo hay muchos efectos colaterales que deberían ser tomados en cuenta si se quiere disfrutar de esta medicina. Además el consumo prolongado de halagos produce tolerancia, haciendo necesario incrementar la dosis para obtener el mismo resultado que al principio.
Sin embargo mas allá de los datos técnicos hay que aprender a discriminar y elegir sólo la mejor calidad de halagos, para eso es fundamental saber actuar cuando un halago no es sincero. Muchas veces el halago contiene envidia o un egoísta y mezquino interés oculto. El halago muchas veces es usado también por convención social, este tipo de halagos por compromiso es muy común, halagos débiles que apenas merecen llevar ese nombre. De todos estos halagos tenemos que cuidarnos, es muy importante no dejarse atrapar por el efecto de un halago hipócrita, por más difícil que parezca. Ya que la sensación (el sabor) de un halago puede no ser afectado por la intención que lo produce esta tarea se vuelve bastante compleja. La hipocresía es el activo que mejor se mezcla con el halago, creando un efecto muy similar, pero la hipocresía es infinitamente más perjudicial para la salud de cualquier ser humano.
Un dato más: Al parecer el halago se intensifica y en muchos casos inclusive se reproduce cuando este viene de parte de alguna figura de autoridad.
No fue hasta mi adolescencia en que fui consciente de los estragos de esta droga aunque acepté que no me puedo resistir y desde entonces la consumo sin vergüenza, aunque siempre me siento algo culpable por hacerlo.
Es una droga que no siempre aparece y es probable que algún día sea imposible de conseguir.