Me siento frente a tí y me preg
unto qué ves cuando me ves. Pasan las horas, cambia la luz, suena otra música. Nunca me atrevo a pronunciar tu nombre porque eso solo me lleva a imaginar lo peor. Me juzgarás como a un hijo del copy-paste y me descubrirás huérfano de vocabulario. Y yo seguiré intentando intentarlo de nuevo, buscando buscarme entre los escombros, queriendo quererte.
Yo era un iluminado en potencia sólo porque me cubría la cara con el miedo inmenso de mis ancestros, aun así llegué a ser un buen actor de lo que iba siendo y hasta te creí convencida.
-Se acabó la función y aquí estamos, mi desilusión y yo envenenando este cuerpo enclenque.
-Aquí me tienes, ebrio y triste como te gusta.
Te miro de frente, a los ojos, sosteniendo la mirada unos segundos más de los que se acostumbra y es que mis recuerdos de tí se parecen tanto a esos mentirosos empedernidos que cuando quieren decir la verdad no les creen.